martes, 11 de octubre de 2016

DÉJAME QUE TE CUENTE LA VERDAD


Sé que te vas a ir cuando oigas la verdad. Ven, siéntate junto a mí en este pequeño sofá, donde tantas veces te has imaginado que estarías conmigo. La luz de esta pequeña lámpara será suficiente. Es mejor que no nos vean.

Sé que has sido tú el que ha ido dejando durante todo este tiempo rastros de tu presencia por estas calles de Sicilia. Hay mañanas que te veo despertar en mi mente saludando al mundo  con el corazón lleno de mensajes tiernos. Recogí las esquelas que has ido dejando en los periódicos, una tras otra. He de reconocer que al principio no creía que se dirigieran a mí. "Casualidades", me dije. Pero has señalado sitios, figuras, cosas que he dicho que sólo han salido de mí. No sé en qué momento las escuchaste. Pero allí estaban  mis palabras recogidas y transformadas en mensajes de amor. Te has convertido en un veneno que me recorre la sangre y no tengo antídoto.

Te  has dejado acariciar por el mismo viento que me acaricia el rostro, has descrito  con tu humor fresco escenas que me han hecho reír.

En fin, déjame que te cuente la verdad.

Tú sabes cómo son las familias aquí en Sicilia. Tal vez no, eres extranjero.  Aquí todo se sabe. Nadie mueve una coma sin que el  Padrino lo sepa. La familia me ata, mucho, a veces no tengo tiempo ni de quedar con las esposas de los otros hombres aunque sea para que nos vigilen cuando tomamos café. Ellos tienen miedo, viven con el desasosiego de que sus esposas sean eliminadas, y la casta de los Abbadelli con ellas. Nos la tienen jurada desde que mi esposo osó arrebatarles limpiamente un yate provisto de alijos de droga. No sé cómo se le ocurrió tal cosa. Tal vez su egocentrismo no le dejó ver que tarde o temprano lo descubrirían y aunque ha intentado más de una vez llegar a un acuerdo con los Rizzo, ellos no quieren ceder esta vez. Ahora quieren eliminarnos, extinguirnos o hacer que  muramos de miedo poco a poco. Nos vigilan. La semana pasada intentaron eliminar a Viccenza, con sus cuatro hijos, simulando un accidente de coche. Gracias a Dios sobrevivieron. Temo por los míos. Y por mí. La familia ata, el amor también.

Ahora ya sabes toda la verdad. No, no me mires así, me rompes el alma. Si me encontraran contigo me harían un juicio. Mi madre ya no está para defenderme. Mis hermanos me escupirían a la cara. Me llevarían en una barca mar adentro y me tirarían al mar para que me ahogara. La policía ya sabe y consiente que esto suceda. Es la muerte por infidelidad y aquí todos lo saben. Mi esposo perdería su puesto en la organización y mis hijos quedarían sin protección.

Sé que saldrás por esa puerta y ya no volverás. Pero déjame que te mire, déjame que me arrulle con tus besos, antes de que te vayas. No, no me digas que  huyamos, no puedo hacerlo. La familia está ahí, nos buscarían y a ti… mejor no te digo lo que te harían.



Ya te vas, me lo dicen tus ojos, un poeta no puede vivir sin su musa, lo sé. Vete ya, guardaré en mi corazón las palabras que me has escrito. Las recordaré como un bálsamo que cubra mi piel cuando el temor se apodere de mi alma. Apaga la luz, dame tu último beso.  Te echaré de menos mi amor. Sal por la otra puerta, te llevará a la libertad. 










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