miércoles, 8 de febrero de 2017

OFELIA, PÁLIDA BELLEZA

ANTOINE AUGUSTE ERNEST HÉBERT
(1817-1908)
OPHELIA 1876



Ofelia,
pálida belleza.
Flor mancillada por un héroe egocéntrico.
-Yo la amaba- le dijo a Laertes
Eso es todo lo que lloró, con sonido huero.

Días aciagos para las Rosas
que sólo podían ser transportadas
de su jardín, al florero, donde,
después de arrancarles el alma, con suerte medrarían.

Pero la suerte es un lapso esquivo:
al mirarte desde una esquina,
 bostezando se marchó.
El más alto estamento abrazó tu cuerpo
prometiéndote  desmadejada y rendida en el lecho
el  sacrosanto voto de eterna unión.
Por su boca caprichosa, perniciosas palabras salían
que tú traducías en amorosas promesas.
Ya tu hermano y tu padre te advirtieron
en vanos intentos de atarte lo que en tu cabeza ya andaba suelto.
Y quien puede parar el florecimiento de la hermosura,
su olor y  la  frescura, que está pidiendo ser amada.

Unos dicen que enloqueciste por el asesinato de tu padre, tu carcelero.
Pero todas las Rosas del jardín, a coro, cantaban que fue Hamlet quién
 rompió tu castidad , tu cordura  y tu corazón.

Y aún se pregunta el poeta en la voz de Laertes:
Cómo el juicio de una joven puede ser tan débil como el cuerpo de un anciano.
Cada vez te enterraban más hondo y aún no estabas muerta.
Así mandaban los usos y costumbres de la época.

Ofelia, no es Ofelia.
Es escaparate de Rosas perdidas
espejo de prudentes niñas, que confiadas, escuchan los dolores fingidos del amante, los  halagos, las  sutilezas y ellas presurosas se desviven  por darles un consuelo que no les aprovecha nada.
Ida tu razón cantabas delante del rey y la reina:
-Pues juro a Dios que no es una acción villana -contestó la doncella-
Porque antes de tenderme en el lecho, prometiste unirte en sacrosanto matrimonio.
Repuso él:
-Y tal hiciera, por la luz del sol, si no te anticiparas a mi tálamo.

Ofelia ahogada de amor y de pena.
Tu cuello rodeado de aromáticas hierbas.
Al jardín del que fuiste arrancada ya no pudiste volver,

y los álamos lloran tu ausencia y las flores te recuerdan.



JOHN EVERETT MILLAIS (1829-1896)
OPHELIA  1852

Afortunadamente las Rosas de hoy tienen muchas y grandes espinas.
Se ha trastocado la pasividad en lozana alegría.
Piensan, deciden, actúan.
Aunque por desgracia todavía algunos se empeñen en deshojar su valentía.



ABSTRACTION WHITE ROSE 1927
BY GEORGIA  O`KEEFFE