ANTOINE AUGUSTE ERNEST HÉBERT
(1817-1908)
OPHELIA 1876
Ofelia,
pálida
belleza.
Flor
mancillada por un héroe egocéntrico.
-Yo
la amaba- le dijo a Laertes
Eso
es todo lo que lloró, con sonido huero.
Días
aciagos para las Rosas
que
sólo podían ser transportadas
de
su jardín, al florero, donde,
después
de arrancarles el alma, con suerte medrarían.
Pero
la suerte es un lapso esquivo:
al
mirarte desde una esquina,
bostezando se marchó.
El
más alto estamento abrazó tu cuerpo
prometiéndote desmadejada y rendida en el lecho
el sacrosanto voto de eterna unión.
Por
su boca caprichosa, perniciosas palabras salían
que
tú traducías en amorosas promesas.
Ya
tu hermano y tu padre te advirtieron
en
vanos intentos de atarte lo que en tu cabeza ya andaba suelto.
Y
quien puede parar el florecimiento de la hermosura,
su
olor y la frescura, que está pidiendo ser amada.
Unos
dicen que enloqueciste por el asesinato de tu padre, tu carcelero.
Pero
todas las Rosas del jardín, a coro, cantaban que fue Hamlet quién
rompió tu castidad , tu cordura y tu corazón.
Y
aún se pregunta el poeta en la voz de Laertes:
Cómo
el juicio de una joven puede ser tan débil como el cuerpo de un anciano.
Cada
vez te enterraban más hondo y aún no estabas muerta.
Así
mandaban los usos y costumbres de la época.
Ofelia,
no es Ofelia.
Es
escaparate de Rosas perdidas
espejo
de prudentes niñas, que confiadas, escuchan los dolores fingidos del amante, los halagos, las
sutilezas y ellas presurosas se desviven por darles un consuelo que no les aprovecha
nada.
Ida
tu razón cantabas delante del rey y la reina:
-Pues juro a Dios que no es una acción
villana -contestó la doncella-
Porque antes de tenderme en el lecho,
prometiste unirte en sacrosanto matrimonio.
Repuso él:
-Y tal hiciera, por la luz del sol, si
no te anticiparas a mi tálamo.
Ofelia
ahogada de amor y de pena.
Tu
cuello rodeado de aromáticas hierbas.
Al
jardín del que fuiste arrancada ya no pudiste volver,
y los álamos lloran tu ausencia y las flores te recuerdan.
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Habrá Ofelias en los tiempos de hoy día. Ojalá que no.
ResponderEliminarQuien sabe, espero que no.
ResponderEliminarGracias, Juan Manuel.