En el sueño te encontraste con el que fue tu maestro de Lengua Castellana Y Literatura.
Recuerdas en la onírica escena como te señalaba con la mano un cuaderno de alambre que estaba encima de una mesa antigua.
Te decía, sin hablar, que apuntaras en el cuaderno las dosis de no se sabe qué fármaco para darle a tu bebé.
<<No te olvides>> insistía.
<<No te olvides de la poesía aunque estés en caída libre.
Ella te curará. No te olvides de las palabras que son un andamio para sostener el edificio de tu vida, sin importar a donde vayan.
Es la única libertad que te queda.>>
Seguías soñando, pensabas...
En un mundo que se retroalimenta de información confusa, sesgada y degradada.
Cuando hasta el Amor se disfraza de confusión y el mismo Confucio no sabría que decir.
Le viste con su ancho maletín lleno de exámenes para corregir.
El fue tu último profesor de Lengua.
Tal vez por eso le hayas visto en sueños.
Tal vez porque la literatura es tu asignatura favorita y aún no la tienes aprobada, según San Absurdo.
Sé que intenta rescatarte de tu propia nada.
Su mirada es la de siempre, la de un hombre preocupado por que sus alumnos aprendan, más de la vida real que de las letras, aunque sabe que dependemos de las letras para contar la vida real.
Pero este sueño no trata de él.
Trata de salir una vez más de la tristeza,
de la pérdida de ilusión.
Quizá...quizá ¿qué?
Despertaste...
Supiste que tu bebé era la poesía y el fármaco la voluntad de seguir siendo tú misma.
O lo que es lo mismo, poeta de interiores.
IOLANTHUS
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