Quizá sea mejor no decir nada sobre la enfermedad de mis ojos hasta que ya sea patente y no lo pueda disimular. O cuando sienta miedo de salir a la calle por no tropezar.
Te describo los síntomas de la forma más suave que puedo:
Que no puedo leer durante mucho rato, que no puedo escribir al ordenador más de una hora pues las letras se doblan. Las líneas se curvan, los cuadros se plegan en pequeñas muescas que destrozan el conjunto. Pero eso no es nada. Aún puedo leer y aún puedo escribir. Tengo la esperanza en que la enfermedad degenerativa se pare sola o se retrase.
No sé lo que haré cuando se me ocurra un poema y no pueda escribirlo. Tal vez tú, seas mis ojos y mis sentidos. Yo te dicto las palabras y tú escribes sin rechistar. No me harás preguntas sobre la naturaleza del contenido, porque la ambigüedad será su riqueza, pues en ella caben todas las posibilidades y no solamente una. Serán los poemas campos abiertos donde jamás habite la tempestad, y quizá entenderás que en cada verso hay una brizna del verbo amar.
No sé si eso será posible porque entre el poema que danza en la cabeza y la mano que lo escribe hay un lazo que no se puede cortar, una intimidad que no se puede profanar. Quizá sea el tiempo en el que entiendas, cuando hable en voz alta, lo indispensable que es para mí fabular, hablar de "el rayo que no cesa "y poner en mi voz callada un reflejo de nuestra existencia.
Es la naturaleza pura contradicción, me dio la luz para crear un mundo de criaturas inacabadas, y me oscurece la forma de transcribirla. Pero aún no. Lo cierto es que podrán quedarse ciegos mis ojos, pero no mi corazón
IOLANTHUS
Claude Debussy - Arabesque No. 1
https://www.youtube.com/watch?v=Ogx9LgSH-z4
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