Tamae
Watanabe es una mujer japonesa de 73 años de edad. Nace en Yamanashi, una
localidad montañosa cerca del monte Fuji. Ella es noticia en un periódico
gratuito, La Gran Época, que se reparte en la ciudad, por haber alcanzado los 8.848m
de altura del Monte Everest siendo la persona de mayor edad en lograr esta
hazaña. Según, Assian Trekking, empresa que organizó su escalada, para ella es la sexta cumbre de más de 8.000m de altura. Fue acompañada por un oficial de turismo de Nepal, ya jubilado y once sherpas.
Me imagino a la señora Watanabe mirando
desde niña los montes de su localidad. Viviendo su secreto deseo de escalar siendo adolescente. Quizá la montaña la llamaba por su nombre. El silencio dominante sería el precursor del primer paso hacia la cima, donde el viento helado le traería recuerdos de sus primeros y fallidos intentos. El camino hacia la cima no carece de dificultades. Al llegar a la cumbre quizá solo viese nubes que bloqueaban la visión panorámica del lugar.. O quizá, quien sabe, lo que vio la empujó a repetir varias veces el mismo reto con otra meta. O quizá en cada subida se transformaba en una versión diferente de sí misma o era la misma persona puliendo sus energías.
Pocas cosas sabemos de la señora Watanabe. El diario sólo destaca la parte deportista. Poco habla de sus ayudantes que no carecen de un gran valor y responsabilidad. Un grupo unido con un solo fin.
El código sería " confianza" .
Dadas las dificultades que entrañan este
tipo de escalada, la señora Watanabe es, por derecho propio, un ejemplo de coraje,
perseverancia, y disciplina
Personalmente pienso que la vida en sí puede ser un Everest lleno de dificultades, retrasos y progresos. En la escalada hay tropiezos, agua fresca, heridas producidas por grandes resbalones que hacen que nos cueste continuar. Heridas que siguen con nosotros y que nos acompañarán siempre. Cuando supuran el dolor del pasado nos impide el avance. La cima del Everest es la meta de los que se atreven a desprenderse del pasado, a ser consciente de cada paso que se da. Si el paso es equivocado, aunque duela hay que rectificar. El Everest es uno mismo o una misma.
En definitiva, la hazaña de la señora Watanabe nos muestra como hay que ser valiente y despojarse de aquellas cosas que llevamos en la mochila que nos hacen más difícil la escalada. Habrá ocasiones en que nadie entienda por qué escogiste una cima difícil en vez de otra más hermosa. Cada uno, cada una, en su empinada senda, sabe por qué, y no le importa no ser comprendida o entendido.
Cada uno de nosotros, mientras vayamos escalando grandes
laderas, sería deseable y beneficioso que no perdiéramos la perspectiva.
Para ejemplo, la señora Tamae Watanabe.
IOLANTHUS
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