martes, 5 de octubre de 2021

CUENTOS

 Este blog, que se ha convertido casi en un cuaderno de múltiples historias, ahora reflejará una mezcla de cuento y re-que-te-cuento.

Había un cuento, en mi más remota infancia, que se llamaba<< El leñador y la luna>>. No contaré todo el cuento porque es muy conocido por sus muchas versiones. Recuerdo que el leñador era pobre y por supuesto no deseaba esta condición para sí, ni para su esposa. Tras varias peticiones de favor a la luna para que ésta le sacara de la pobreza, finalmente le concede una bolsa de la que el leñador podrá sacar dinero siempre. Existe una condición, si extrae cantidades con moderación, nunca pasará necesidad pero si lo hace con despilfarro no sólo se vaciará la bolsa y se empobrecerá  sino que la luna se lo comerá.

Es de muchas personas sabido cómo acaba el cuento.

Mi mente empieza a establecer paralelismos, comparaciones, situaciones actuales de todo tipo y no dejo de imaginar un planeta Tierra que es la bolsa, unos recursos naturales que son el dinero, una humanidad con una forma de vida que despilfarra ese dinero, una sociedad llena de mentiras, una bolsa que se acaba. En este caso no hay ninguna luna que nos amenace con comernos, nosotros mismos somos la amenaza.

Es indudable que el planeta sigue su ciclo geológico, su ciclo de vida. Estamos acostumbrados a un clima más o menos benévolo, depende de que lugar. Hemos medrado a costa de esa tranquilidad que nosotros mismos estamos soliviantado. Ahora, por no haber sido moderados, el clima nos pasa factura. Las transformaciones climáticas que hubieran tenido lugar mucho más tarde las hemos adelantado. Y...¿Ahora qué? Ahora una crisis detrás de otra.

La luna no nos comerá pero nuestra avidez sí. Y es que no hemos aprendido nada de los cuentos de nuestra infancia.


                                                     IOLANTHUS.  



Saturno devorando a sus hijos.
Francisco de Goya y Lucientes