Hay ciertas historias a
las que no se les debe prestar oídos. Lo supe demasiado tarde.
Cuando oí hablar de
él, fue en una Ceremonia del Té. Alguien le nombró y yo escuché anonadado las
tragedias que arrastraba tan funesto personaje. Fue un error.
Me enfrenté a Oni, en un túnel. Algo se deslizó delante del parabrisas,
me asusté, después una respiración sibilante en mi nuca. Todo fue oscuridad.
Tenía veintiséis años, acababa de casarme con Tamae. Por suerte, no sé cómo, pude escapar de él, mi compañero no.
Otra vez, vino cuando
tenía cincuenta y seis años. Mi prudente mujer me avisó: -No bebas Hiroshi, no
te sienta bien. Pero en esos días se
cerraban los negocios con sake en la
mesa. Recuerdo aquella geisha. El estómago se me encoge al recordar la
respiración sibilante en mi nuca mientras le hacía el amor a Michiko. Unos ojos
ensangrentados me miraban asesinos. La oscuridad me devoró. El demonio Oni quemó a Michiko.
Ahora tengo ochenta y seis años. Tamae ya no está. Estoy
muerto de miedo, ya no me quedan fuerzas para defenderme. Cuando aparezca, me
hundiré en su ponzoña, esta vez, acabará con mi sufrimiento.
PARA EL CONCURSO MICROCUENTOS DE TERROR "MICROTERROR IV" DE "EL CÍRCULO DE ESCRITORES"