su volumen, color, altura, esponjosidad,
humedad, y capacidad de crear paleidolias.
Allí mismo lo he visto, he visto tu rostro que fruncía el ceño
como un juez desconcertado.
Tus ojazos marrones mirábanme confusos
y tus labios, dirigiendo la música de tu alma
escapábanseles besos de alarma.
Dirigíanse las nubes hacia el norte y los besos hacía el sur.
Cargadas éstas de lluvia deshacíanse en el mar de tu cuerpo.
Toda suerte de locuras empapaban tu vigorosa figura
Y cuando en tus poros mezclábanse la sal y la sed
las nubes se despejaron dejando un claro sobre tus pestañas.
Y entonces pude saber que las aguas représanse por amor y descárganse con ansia
con suave tacto y un poco de fe.
Vengo de ver el cielo.
Declarábase cómplice y mensajero de los secretos del corazón
y los abrazos de los amantes.
©Iolanthus