jueves, 23 de marzo de 2017

ME GUSTAS





Me gusta mirar lo que tus ojos enfocan,
las calles estrechas,el árbol desnudo,
el moho de las viejas piedras grises,
la sonrisa de los niños.

Me gustan tus frases hiladas con la locura de la mañana.
Me gusta tu reflejo en el cristal
tu rostro distraído en el descanso de la tarde
tu torso dormido sujetando la almohada.

Me gusta la suave cadencia de tus instintos
cuando reclaman amor,
y preguntas a las flores 
si estaré mañana para oler a tu lado el perfume de nuestras ansias.
Me gustas con tus derretidas alas de cera
y el impulso interior de alcanzar el sol.
¿Para qué, ídolo mío, si tú ya brillas tal cual eres?

Me gusta que desates mi lengua profana,
iniciando así, esta danza de placeres que de ti emanan.
Me gustas porque sí
y sin pedirte nada.

Me gustas porque siendo como eres
alteras mi bendita calma,
extiendo los brazos y no alcanzo
a tocar lo que rumian tus sienes.
Te quiero libre para huirnos
cuando la oscuridad nos apague las ganas.

Me gustas tú,
me gustas. 
                           ©Io_lanthus







  Draper Herbert James Mourning for Icarus







miércoles, 8 de febrero de 2017

OFELIA, PÁLIDA BELLEZA

ANTOINE AUGUSTE ERNEST HÉBERT
(1817-1908)
OPHELIA 1876



Ofelia,
pálida belleza.
Flor mancillada por un héroe egocéntrico.
-Yo la amaba- le dijo a Laertes
Eso es todo lo que lloró, con sonido huero.

Días aciagos para las Rosas
que sólo podían ser transportadas
de su jardín, al florero, donde,
después de arrancarles el alma, con suerte medrarían.

Pero la suerte es un lapso esquivo:
al mirarte desde una esquina,
 bostezando se marchó.
El más alto estamento abrazó tu cuerpo
prometiéndote  desmadejada y rendida en el lecho
el  sacrosanto voto de eterna unión.
Por su boca caprichosa, perniciosas palabras salían
que tú traducías en amorosas promesas.
Ya tu hermano y tu padre te advirtieron
en vanos intentos de atarte lo que en tu cabeza ya andaba suelto.
Y quien puede parar el florecimiento de la hermosura,
su olor y  la  frescura, que está pidiendo ser amada.

Unos dicen que enloqueciste por el asesinato de tu padre, tu carcelero.
Pero todas las Rosas del jardín, a coro, cantaban que fue Hamlet quién
 rompió tu castidad , tu cordura  y tu corazón.

Y aún se pregunta el poeta en la voz de Laertes:
Cómo el juicio de una joven puede ser tan débil como el cuerpo de un anciano.
Cada vez te enterraban más hondo y aún no estabas muerta.
Así mandaban los usos y costumbres de la época.

Ofelia, no es Ofelia.
Es escaparate de Rosas perdidas
espejo de prudentes niñas, que confiadas, escuchan los dolores fingidos del amante, los  halagos, las  sutilezas y ellas presurosas se desviven  por darles un consuelo que no les aprovecha nada.
Ida tu razón cantabas delante del rey y la reina:
-Pues juro a Dios que no es una acción villana -contestó la doncella-
Porque antes de tenderme en el lecho, prometiste unirte en sacrosanto matrimonio.
Repuso él:
-Y tal hiciera, por la luz del sol, si no te anticiparas a mi tálamo.

Ofelia ahogada de amor y de pena.
Tu cuello rodeado de aromáticas hierbas.
Al jardín del que fuiste arrancada ya no pudiste volver,

y los álamos lloran tu ausencia y las flores te recuerdan.



JOHN EVERETT MILLAIS (1829-1896)
OPHELIA  1852

Afortunadamente las Rosas de hoy tienen muchas y grandes espinas.
Se ha trastocado la pasividad en lozana alegría.
Piensan, deciden, actúan.
Aunque por desgracia todavía algunos se empeñen en deshojar su valentía.



ABSTRACTION WHITE ROSE 1927
BY GEORGIA  O`KEEFFE
  










martes, 11 de octubre de 2016

DÉJAME QUE TE CUENTE LA VERDAD


Sé que te vas a ir cuando oigas la verdad. Ven, siéntate junto a mí en este pequeño sofá, donde tantas veces te has imaginado que estarías conmigo. La luz de esta pequeña lámpara será suficiente. Es mejor que no nos vean.

Sé que has sido tú el que ha ido dejando durante todo este tiempo rastros de tu presencia por estas calles de Sicilia. Hay mañanas que te veo despertar en mi mente saludando al mundo  con el corazón lleno de mensajes tiernos. Recogí las esquelas que has ido dejando en los periódicos, una tras otra. He de reconocer que al principio no creía que se dirigieran a mí. "Casualidades", me dije. Pero has señalado sitios, figuras, cosas que he dicho que sólo han salido de mí. No sé en qué momento las escuchaste. Pero allí estaban  mis palabras recogidas y transformadas en mensajes de amor. Te has convertido en un veneno que me recorre la sangre y no tengo antídoto.

Te  has dejado acariciar por el mismo viento que me acaricia el rostro, has descrito  con tu humor fresco escenas que me han hecho reír.

En fin, déjame que te cuente la verdad.

Tú sabes cómo son las familias aquí en Sicilia. Tal vez no, eres extranjero.  Aquí todo se sabe. Nadie mueve una coma sin que el  Padrino lo sepa. La familia me ata, mucho, a veces no tengo tiempo ni de quedar con las esposas de los otros hombres aunque sea para que nos vigilen cuando tomamos café. Ellos tienen miedo, viven con el desasosiego de que sus esposas sean eliminadas, y la casta de los Abbadelli con ellas. Nos la tienen jurada desde que mi esposo osó arrebatarles limpiamente un yate provisto de alijos de droga. No sé cómo se le ocurrió tal cosa. Tal vez su egocentrismo no le dejó ver que tarde o temprano lo descubrirían y aunque ha intentado más de una vez llegar a un acuerdo con los Rizzo, ellos no quieren ceder esta vez. Ahora quieren eliminarnos, extinguirnos o hacer que  muramos de miedo poco a poco. Nos vigilan. La semana pasada intentaron eliminar a Viccenza, con sus cuatro hijos, simulando un accidente de coche. Gracias a Dios sobrevivieron. Temo por los míos. Y por mí. La familia ata, el amor también.

Ahora ya sabes toda la verdad. No, no me mires así, me rompes el alma. Si me encontraran contigo me harían un juicio. Mi madre ya no está para defenderme. Mis hermanos me escupirían a la cara. Me llevarían en una barca mar adentro y me tirarían al mar para que me ahogara. La policía ya sabe y consiente que esto suceda. Es la muerte por infidelidad y aquí todos lo saben. Mi esposo perdería su puesto en la organización y mis hijos quedarían sin protección.

Sé que saldrás por esa puerta y ya no volverás. Pero déjame que te mire, déjame que me arrulle con tus besos, antes de que te vayas. No, no me digas que  huyamos, no puedo hacerlo. La familia está ahí, nos buscarían y a ti… mejor no te digo lo que te harían.



Ya te vas, me lo dicen tus ojos, un poeta no puede vivir sin su musa, lo sé. Vete ya, guardaré en mi corazón las palabras que me has escrito. Las recordaré como un bálsamo que cubra mi piel cuando el temor se apodere de mi alma. Apaga la luz, dame tu último beso.  Te echaré de menos mi amor. Sal por la otra puerta, te llevará a la libertad. 










Fotografías bajadas de internet sin ánimo de lucro. Serán eliminadas a petición del autor o autora. Gracias.