Sé que te vas a ir cuando oigas la verdad. Ven, siéntate junto a mí en este pequeño sofá, donde tantas veces te has imaginado que estarías conmigo. La luz de esta pequeña lámpara será suficiente. Es mejor que no nos vean.
Sé que has
sido tú el que ha ido dejando durante todo este tiempo rastros de tu presencia
por estas calles de Sicilia. Hay mañanas que te veo despertar en mi mente
saludando al mundo con el corazón lleno
de mensajes tiernos. Recogí las esquelas que has ido dejando en los periódicos, una tras otra. He de reconocer que al principio no creía que se dirigieran a mí. "Casualidades", me dije. Pero has señalado sitios, figuras, cosas que he dicho
que sólo han salido de mí. No sé en qué momento las escuchaste. Pero allí
estaban mis palabras recogidas y
transformadas en mensajes de amor. Te has convertido en un veneno que me
recorre la sangre y no tengo antídoto.
Te has dejado acariciar por el mismo viento que
me acaricia el rostro, has descrito con
tu humor fresco escenas que me han hecho reír.
En fin, déjame que te cuente la
verdad.
Tú sabes cómo
son las familias aquí en Sicilia. Tal vez no, eres extranjero. Aquí todo se sabe. Nadie mueve una coma sin
que el Padrino lo sepa. La familia me
ata, mucho, a veces no tengo tiempo ni de quedar con las esposas de los otros
hombres aunque sea para que nos vigilen cuando tomamos café. Ellos tienen miedo,
viven con el desasosiego de que sus esposas sean eliminadas, y la casta de los
Abbadelli con ellas. Nos la tienen jurada desde que mi esposo osó arrebatarles
limpiamente un yate provisto de alijos de droga. No sé cómo se le ocurrió tal
cosa. Tal vez su egocentrismo no le dejó ver que tarde o temprano lo
descubrirían y aunque ha intentado más de una vez llegar a un acuerdo con los Rizzo,
ellos no quieren ceder esta vez. Ahora quieren eliminarnos, extinguirnos o
hacer que muramos de miedo poco a poco.
Nos vigilan. La semana pasada intentaron eliminar a Viccenza, con sus cuatro
hijos, simulando un accidente de coche. Gracias a Dios sobrevivieron. Temo por
los míos. Y por mí. La familia ata, el amor también.
Ahora ya
sabes toda la verdad. No, no me mires así, me rompes el alma. Si me encontraran
contigo me harían un juicio. Mi madre ya no está para defenderme. Mis hermanos
me escupirían a la cara. Me llevarían en una barca mar adentro y me tirarían al
mar para que me ahogara. La policía ya sabe y consiente que esto suceda. Es la
muerte por infidelidad y aquí todos lo saben. Mi esposo perdería su puesto en
la organización y mis hijos quedarían sin protección.
Sé que
saldrás por esa puerta y ya no volverás. Pero déjame que te mire, déjame que me
arrulle con tus besos, antes de que te vayas. No, no me digas que huyamos, no puedo hacerlo. La familia está
ahí, nos buscarían y a ti… mejor no te digo lo que te harían.
Ya te vas,
me lo dicen tus ojos, un poeta no puede vivir sin su musa, lo sé. Vete ya,
guardaré en mi corazón las palabras que me has escrito. Las recordaré como un
bálsamo que cubra mi piel cuando el temor se apodere de mi alma. Apaga la luz,
dame tu último beso. Te echaré de menos
mi amor. Sal por la otra puerta, te llevará a la libertad.
Fotografías bajadas de internet sin ánimo de lucro. Serán eliminadas a petición del autor o autora. Gracias.
a veces la realidad supera a la ficcion
ResponderEliminarEstoy segura, esto no es mas que ficción, afortunadamente.
EliminarGracias por comentar.