Reposa suavemente, mi dulce amor, duerme hasta que despierte tu buena fortuna.
Toma, te dejo mi retrato.
Mira con cuanta complacencia te sonríe.
Dulces sueños, acunad su descanso
y que eso que imagina en sus sueños de amor,
se convierta por fin en realidad.
Gomatz es un esclavo del sultán Solimán que cae rendido en el jardín a causa del exceso de trabajo. Zaida es una joven del serrallo que se enamora de Gomatz. Le deja su retrato mientras canta esta bellísima aria. El esclavo se enamora nada más ver el retrato.Un favorito del Sultán llamado Alacín les ayuda a escapar. Pero son traicionados y llevados delante de Solimán.
Zaida es un singspiel en dos actos escribió Mozart cuando tenía veinticuatro años. Quedó inconcluso por abandono del autor.
Ahora queda a la imaginación del lector lo que sucede con estos personajes, si realmente acaban juntos o por el contrario el Sultán los encarcela o....
Hay que decir que Zaida es la favorita de Solimán.
Este blog es de poesía, cuentos, relatos, un poco de todo y de todos los temas que vayan surgiendo. Yukio Mishima decía: Era un extraño momento aquel en que una imagen surgía de un sueño para penetrar en la vida cotidiana, una realidad que procedía de una abstracción, un poema que se torna corpóreo(...) Surge en ese corazón un ansia de darle forma y así cobrar vida.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
domingo, 25 de octubre de 2015
¡CUIDADO NO OIGAS SU NOMBRE!
Hay ciertas historias a
las que no se les debe prestar oídos. Lo supe demasiado tarde.
Cuando oí hablar de
él, fue en una Ceremonia del Té. Alguien le nombró y yo escuché anonadado las
tragedias que arrastraba tan funesto personaje. Fue un error.
Me enfrenté a Oni, en un túnel. Algo se deslizó delante del parabrisas,
me asusté, después una respiración sibilante en mi nuca. Todo fue oscuridad.
Tenía veintiséis años, acababa de casarme con Tamae. Por suerte, no sé cómo, pude escapar de él, mi compañero no.
Otra vez, vino cuando
tenía cincuenta y seis años. Mi prudente mujer me avisó: -No bebas Hiroshi, no
te sienta bien. Pero en esos días se
cerraban los negocios con sake en la
mesa. Recuerdo aquella geisha. El estómago se me encoge al recordar la
respiración sibilante en mi nuca mientras le hacía el amor a Michiko. Unos ojos
ensangrentados me miraban asesinos. La oscuridad me devoró. El demonio Oni quemó a Michiko.
Ahora tengo ochenta y seis años. Tamae ya no está. Estoy
muerto de miedo, ya no me quedan fuerzas para defenderme. Cuando aparezca, me
hundiré en su ponzoña, esta vez, acabará con mi sufrimiento.
PARA EL CONCURSO MICROCUENTOS DE TERROR "MICROTERROR IV" DE "EL CÍRCULO DE ESCRITORES"
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